El transformismo en Colombia se popularizó como práctica artística a nivel nacional en la década de los setenta, especialmente a través de los reinados transformistas y espéctaculos de burlesque [1]. En un principio se practicó en fiestas privadas y bares clandestinos dada la prohibición en el código penal de la homosexualidad y de los espacios que permitieran el esparcimiento entre parejas del mismo sexo (legalmente vigente hasta 1981, a pesar de los testimonios que mencionan persecución y actos de homofobia institucional hasta entrados los 2000).
En la actualidad, quienes practican el transformismo son en su mayoría hombres homosexuales que transforman y modelan sus cuerpos para lucir sus mejores vestidos por una noche para presentar un show, participar de un concurso o certamen de belleza. Sin embargo, no hay que olvidar que iniciando los setentas, quienes impulsaron y propiciaron los espacios para desarrollar el arte transformista en Colombia fueron las «travestis» [2], personas no conformes con el sexo que se les había asignado al nacer y que decidieron asumir su vida construyendo una identidad femenina, a pesar del rechazo social por parte de sus familias, la iglesia, el olvido del Estado y la amenaza de los grupos armados. Estas mujeres valientes y determinadas que vivían las 24 horas del día con vestimenta femenina a pesar de las posibles represalias, fueron quienes participaron activamente en la organización los eventos donde las personas que se divertían y entretenían desafiando las nociones sobre cómo deben ser o versen las mujeres y los hombres, de acuerdo a su sexo de nacimiento. Allí pudieron juntarse, competir y compartir alegrías y, no digamos mentiras, también disgustos.
En su momento, por ende, participaban en los mismos eventos las mujeres trans y los hombres transformistas, que inspirados por la belleza y elegancia que irradiaban sus compañeras, se animaban a explorar su propia feminidad y construir su propio personaje, sin necesidad de asumir una identidad de género distinta a la masculina. Fue así como las trans, travestis y transformistas se mantuvieron unidas para continuar con los espectáculos y certamenes en todo el país. Incluso, a mediados de los ochentas se unieron entre varios y varias artistas para exigir mejores tratos y remuneración por parte de los administradores y organizadores de eventos.
Con el paso del tiempo surgieron concursos específicos para las mujeres trans y otros para los hombres que practican el transformismo, entendiendo que los criterios de evaluación no pueden ser los mismos. No obstante, los eventos de talento como Orquidea de Plata, Zapatilla Dorada, entre otros concursos de larga data, siguen siendo espacios abiertos para que hombres que se transforman y mujeres trans que disfrutan del transformismo, puedan participar y compartir su talento. De hecho, varias mujeres trans continúan organizando eventos transformistas o impulsando espacios de formación para promoverlos, como es el caso de Charlotte Callejas (La Cuba) la mujer trans que lideró el proceso de incidencia para que junto a IDPAC pudiera crearse la Escuela de Artes y Oficios Transformistas en Bogotá.
Pese a su importancia e incidencia en el origen y desarrollo de las artes transformistas en Colombia, el papel de las mujeres trans es muchas veces olvidado. De hecho, durante la investigación que se desarrolló para construir esta página web, se pudo evidenciar que varios artistas del transformismo y administradores que apoyan esta expresión artística, actúan prevenidos con las mujeres trans y travestis, apoyándose en estereotipos y prejuicios discriminatorios – «Con las travestis es mejor reservarse el derecho de admisión» – dijo recientemente un administrador de un bar que apoya el transformismo hace más de una década, y no es el único al que le hemos escuchado este tipo de comentarios. Desde ABC nos preguntamos ¿cómo es posible que incluso en estos espacios que prometen ser amplios, diversos e incluyentes, siga existiendo este tipo de transfobia?
Sin mujeres trans dispuestas a enfrentarte a barreras sociales y culturales para defender y exhibir quiénes son en épocas de increíble hostilidad con la diversidad, no habría sido posible impulsar el transformismo, al punto de que se convirtiera hoy en día en una de las prácticas artísticas y culturales más tradicionales de los sectores LGBTQ+. Ahora, más que nunca, es necesario aprovechar las herramientas de visibilidad que tenemos en la comunidad para apoyar a las mujeres trans, a quienes no solo les debemos respeto y admiración, sino agradecimiento por todos sus esfuerzos y sacrificios por dignificar a las personas de los sectores LGBTQ+.
Por último, quisiéramos compartirles una galería fotográfica de Majana, una mujer transgénero y artista del transformismo que nos compartió a través de Andrea (La Negra), su archivo fotográfico personal de hace varios años, en los que es posible ver a una mujer que ama, sale adelante, se divierte con sus amigas y resiste.
#VisibilidadTrans #SinLasTransNoHayRevolución
[1] Ver más: https://abcdragcolombia.com/historia/